Crónicas de la luz: El viaje secreto de la luz dentro de la fibra

¿Cómo funciona realmente?
En el capítulo anterior conocimos los orígenes de la fibra óptica, desde los primeros experimentos hasta el despliegue global. Ahora entramos en su corazón: ¿cómo funciona este hilo que sostiene nuestras vidas digitales?
Por fuera, un cable de fibra parece simple. Pero en su interior, los datos viajan como pulsos de luz que rebotan millones de veces por segundo, guiados en un núcleo de vidrio de una pureza extraordinaria. Los cables de fibra tienen el grosor de un cabello humano, y aun así logran transmitir a velocidades cercanas al 70% de la luz.
Existen distintas tipologías según el uso: fibra monomodo, con núcleo ultrafino para largas distancias, y multimodo, para recorridos más cortos. Y lo sorprendente es la eficiencia: la pérdida típica de señal es de apenas 0,2 dB por kilómetro.
La instalación también es una obra de precisión. Un empalme de fibra se hace fundiendo sus extremos con exactitud micrométrica, algo que hoy las fusionadoras realizan en menos de un minuto. Cuando la señal se distribuye en varios hogares, entra en juego un splitter óptico, un prisma de alta precisión que funciona sin electricidad.
Todo debe estar impecable: una simple mota de polvo en un conector puede interrumpir la conexión, por eso se utilizan férulas de cerámica y alcohol isopropílico en cada instalación.
A nivel de red, la inteligencia está en la arquitectura. Las redes ópticas pasivas (GPON) no requieren energía en el tramo central-hogar y asignan ranuras de tiempo a cada usuario para evitar colisiones, optimizando la transmisión.
Conclusión
La fibra convierte lo invisible en indispensable. Un viaje secreto de la luz que transforma nuestra forma de vivir y trabajar.
👉 En el próximo capítulo: La luz llega más lejos de lo que imaginas.